a Ángel Francisco Galindo
Vengo de las fosas de un torvo animal designado
a la consumación hiperbólica de almas.
Vengo de las entrañas de una serpiente entregada
a la defecación nefasta de insectos.
De aquello, me quedaron dulces cicatrices de flaquezas delirantes.
Ripios. Su soledad.
Ahora, me escondo, cambio de nombre, impongo barreras,
produzco máscaras en serie...
y sigo crucificando escombros.
Al salir del agua y el rocío, he conseguido sólo
ruinas y estertor.
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